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Allá por finales de 2015, nos acercamos a pasar el día con la furgo por el Valle de Mena (Burgos); perteneciente a Las Merindades, goza de una situación privilegiada limitado al norte por la sierra de Ordunte y al sur por los cortados de los Montes de la Peña o Sierra Magdalena. Las aguas del río Cadagua nacen además en el fondo de este valle, en el pueblo homónimo; y será uno de los motivos de nuestra visita.

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Panel informativo.

Tras un viaje corto en distancia, pero largo en tiempo, debido a los imprevistos que surgen al viajar con niños, nos presentamos en Villasana de Mena, capital del valle y primera parada de nuestra aventurilla. Dividida en dos por el Cadagua, Villasana es una localidad con arquitectura medieval, con un clásico entramado de tres calles longitudinales y callejas transversales que las unen, en su casco histórico.

Aparcamos en la Plaza Sindicato, y mientras el pequeño de la casa se distrae con unos patos, cruzamos el cercano puente para seguir la calle Eladio Bustamante en dirección al ayuntamiento. Nos quedamos con un curioso detalle, un arco se abre en los bajos de una casa para dar acceso al río. Al final de la calle se llega a un tranquilo parque que antecede a la zona polideportiva, con sus columpios y bancos. Giramos entorno a una cuidada casa-torre y nos adentramos en la Calle Enmedio, una de las más representativas del casco histórico. Por ella se llega a la plaza de Santa Ana, donde se encuentran la capilla y el convento homónimos.

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Villasana dividido por el Cadagua.

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Curioso arco de acceso al río.

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Acceso a la zona polideportiva.

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Casa-torre en Villasana.

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La casa-torre desde otra perspectiva.

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Plaza de Santa Ana.

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Esquina entre calle Encimera y calle Félix Rodriguez.

Entre antiguas casas, al final de la calle terminamos saliendo a la Plaza San Antonio, donde se encuentra la Parroquia de Ntra. Sñra. de las Altices, construida sobre una antigua ermita en el siglo XIX. En su interior podremos encontrar un relieve de gran interés del siglo XV, que representa la Giralda de Sevilla. Muy cerca se encuentran también el antiguo cine Amania y la Panificadora Menesa, donde aprovechamos a comprar algún producto típico de la zona como el torto menés por ejemplo.

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Por la calle Enmedio.

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Parroquia de Ntra. Sñra. de las Altices.

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Representación de la Giralda.

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Interior de la parroquia.

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Estrellas junto al cine.

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Entrada del cine Amania.

Y ya nos encaminamos a la siguiente parada del día: Vallejo. Aparcamos frente al antiguo molino del s.XVIII, donde hay una mesa y fuente que aprovecharemos para comer tranquilamente junto al rumor del río Cadagua, bajo las impresionantes paredes del Tres Dedos. Un panel nos explica como antiguamente en el valle se trabajaba el cereal, con la consiguiente proliferación de molinos; pero después la economía se comenzó a basar en la producción lechera, lo cual cambió los campos de cereal por verdes prados para el ganado, y esto traería la decadencia de los molinos hidráulicos. Para bajar la comida nos acercamos a pie a la iglesia de San Lorenzo (s.XII-XIII), bien de interés cultural desde 1931 y ejemplo excepcional del románico castellano.

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Fuente en Vallejo de Mena.

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Molino.

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Canal que alimenta al molino.

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Iglesia de San Lorenzo en Vallejo.

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Detalle.

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Iglesia de Vallejo.

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Otra perspectiva de la iglesia de Vallejo.

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Vallejo de Mena desde la iglesia.

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Iglesia de San Lorenzo y el molino al fondo.

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Escape de las aguas a través del molino.

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Los Montes de La Peña sobre Vallejo.

Continuando con este tipo de arquitectura, volvemos a desplazarnos en la furgo hasta Siones, para visitar la iglesia de Santa María, construida a finales del siglo XII y comienzos del XIII. Aunque no hay datos que lo certifiquen, la tradición oral vincula esta iglesia a la Orden del Temple.

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Santa María de Siones.

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Poste informativo del santuario.

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Otra perspectiva de Santa María.

Y para culminar la jornada realizamos un último desplazamiento en vehículo a Cadagua, para visitar el nacedero del río homónimo. Desde el centro del pueblo se realiza un breve paseo hacia occidente, y junto a un descampado se encuentran los primeros manantiales, a los cuales se les llama Fuentes del Cadagua. Siguiendo unos metros más adelante, se llega al roquedo que culmina en la cueva de El Bocarón o La Cencerona; de donde suelen brotar las aguas con fuerza en épocas torrenciales; pero ahora en cambio no sale una gota de agua de ella, y sólo se escucha el rumor de las aguas subterráneas.

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En Las Fuentes del Cadagua..

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Hoy no hay mucha agua…

Ya el día no da más de sí, así que tras sacar las fotos de rigor, regresamos a la furgo para emprender el viaje de retorno a casa, y así abandonar este acogedor valle, que todavía tiene muchos rincones que enseñarnos. Por lo tanto, habrá que volver…

La segunda semana de agosto del 2015 estaba de vacaciones y decidimos irnos con la furgo a Asturias, esa tierra que me tiene enamorado. Iba a ser una salida de pocos días, así que era mejor no comprimir demasiado la agenda. El plan sería el primer día utilizarlo para el desplazamiento hasta el camping Costa Verde de Colunga, el segundo visita a Colunga, el tercero para conocer Lastres y el cuarto ya de vuelta, lo gastaríamos observando animales en el parque de Cabárceno en Santander.

Como comentaba el primer día arrancamos tranquilamente, los viajes con un miembro más en la familia resultan más lentos, hay que hacer más paradas y es mejor no estresarse. Al llegar al camping Costa Verde de Colunga nos dimos cuenta de que ya habíamos estado por allí varios años atrás, pero hasta entonces no nos acordábamos de ello. El camping es bastante familiar, con las parcelas sin divisiones, de césped cuidado; pero a mí me resultó acogedor. Tiene una zona de columpios para los peques, restaurante y lo mejor de todo es que está a pie de la playa de La Griega. Después de acomodarnos en el camping, pasamos la tarde visitando el yacimiento de icnitas o huellas de dinosaurio que hay en el extremo oriental de la playa. Desde el camping, son unos 600 metros los que hay que recorrer por un sendero para llegar al lugar donde se encuentran las pisadas de saurópodos y terópodos. Por cierto, hasta el momento son las más grandes descubiertas en el mundo.

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Viene marcado el camino a las icnitas.

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Encontramos un buen cartel con toda la información en el lugar de las huellas.

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Los turistas sobre las huellas.

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Aquí se aprecia la profundidad de las pisadas.

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Y en esta podemos comparar el tamaño de las huellas con el de una niña.

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La playa es ideal para estar con los niños.

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El río Liberdón desemboca aquí.

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Panorámica de la Playa de La Griega.

El segundo día fuimos a ver el centro de Colunga, que queda algo alejado del camping y hay que darse un buen paseo. Podéis encontrar el callejero aquí: http://www.colunga.es/c/document_library/get_file?uuid=10876398-a58c-4b12-b16e-fb11900707be&groupId=212079

Según llegamos al pueblo lo primero que vemos a mano izquierda es el refugio antiaéreo “El Cuetín”, que bien hizo sus servicios entre el 15 y el 18 de Octubre de 1937, cuando la Legión Cóndor bombardeó la zona por encontrarse en manos del bando republicano. Luego a mano derecha, la oficina de turismo y la iglesia de San Cristóbal, de finales del s.XIX. Después antes de entrar en el casco histórico, hacemos una parada frente al palacio de los Alonso Covián, de estilo renacentista (s.XVI). En esta casa nació en 1909 el médico D. Francisco Grande Covián, considerado el padre de la dietética y fundador de la Sociedad Española de Nutrición.

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Paseo del camping a Colunga.

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Refugio «El Cuetín».

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Iglesia de San Cristóbal.

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Interior de la iglesia.

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Casa de Los Pablos.

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Palacio de los Alonso Covián.

Siguiendo calle arriba, por la calle San Antonio, entre coloridas casas, llegamos al ayuntamiento. El consistorio se encuentra el el palacio de Estrada, de los siglos XVIII-XIX, barroco-historicista. Fue posada hasta 1926 y lo rehabilitaron en el 2013. Continuando calle arriba se llega a un antiguo hórreo, que hace un tiempo tenía un cartel que lo nombraba como “Villa Geraniu”. Luego volvimos atrás para bajar por la calle Sta. Ana, pasando junto a la Plaza de Abastos y llegando a la capilla de Santa Ana y San Hilarión, del s.XVI. Desde allí bajamos por la calle del Doctor Grande Covián, siguiendo el Camino de Santiago; para llegar a plaza El Monumento. Allí destaca al otro lado de la carretera la Casa de Los Pablos. Por último bajamos hasta la Plaza del Mirador del Fitu, para fotografiar otro hórreo. La tarde la pasamos en la playa de La Griega una vez más, es un buen lugar para estar en familia, ya que el río Liberdón desemboca aquí y permite tener a los niños cerca del agua sin el peligro de las olas.

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Camino al ayuntamiento.

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Ayuntamiento de Colunga.

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Horreo.

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Capilla de Santa Ana.

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Plaza El Monumento.

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Plaza del Mirador del Fitu.

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Bonita tarde en la playa de La Griega.

Tercer día, visita a Lastres; precioso pueblo costero conocido por haberse rodado allí la serie “Doctor Mateo”. Podéis encontrar el callejero aquí: https://www.turismoasturias.es/documents/11022/838d5d89-03dd-4818-b82a-0abc602791cb

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Plano de la Ruta del Doctor Mateo.

Nosotros aparcamos en una explanada habilitada como parking que hay a la entrada del pueblo, ya que en el puerto no había sitio. Desde la misma se podía observar la Playa de Llastres. Decidimos empezar nuestro paseo por la calle que a la derecha del vistoso edificio del restaurante Eutimio baja hacia el puerto. Antes de llegar al mismo, aparecen a nuestra izquierda las históricas escaleras de la fábrica de Mercedes. Construídas sobre un sendero del s. XV, unían la zona del escanu, donde se desguazaban las ballenas, con el barrio de los balleneros. Al llegar al puerto se tiene una bonita vista del pueblo, con la playa en primer término y la sierra del Sueve de fondo. Allí además disfrutamos de una sesión de fotos junto a antiguos cañones y si se quiere, se puede disfrutar de un buen menú marino en los cercanos restaurantes.

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Al llegar a Lastres observamos una curiosa estructura en el mar.

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Playa de Lastres desde el aparcamiento.

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Edificio del restaurante Eutimio.

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Bajamos al puerto de Lastres.

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Escaleras de la fábrica de Mercedes.

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La playa del puerto.

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El pueblo queda en alto con respecto al puerto.

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La playa y el pueblo.

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Panorámica desde el cañón.

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Nos divertimos haciendo fotos con los cañones.

Volviendo atrás después, entramos a la calle Gran Vía, donde se encuentra justo haciendo esquina el edificio que representaba la radio local en la serie Doctor Mateo. Las estrechas calles nos llevaron después hasta la encajonada capilla del Buen Suceso, del siglo XVI. Junto a ella está la que era la casa de la maestra en la serie, que tantos recuerdos traerá a quienes la seguían con su soleado ventanal. Siguiendo el mapa de la “Ruta del Doctor Mateo” nuestra siguiente parada nos situó en la Casa Guela, una coqueta casita blanca con vistas al mar que era la panadería en el programa televisivo. Otro punto de interés calle arriba, se encuentra en la Casa de Don Pedro; una gran casona con tres plantas en su cara frontal y dos en la trasera debido a la pendiente.

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La «Radio Local».

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Interior de la capilla del Buen Suceso.

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La «casa de la maestra».

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Casa Guela.

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Vistas al pueblo.

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Vistas al puerto.

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Casa de Don Pedro.

Los empinados cantones nos guiaron a continuación a la fachada de un edificio vacío en su interior, el cual difería bastante de la imagen que nos hacía tener de él la serie; en la que era la taberna del pueblo. Camino a la iglesia hicimos otro stop en el camino, para sacar una foto de la que era la casa del Doctor Mateo. Y de allí a la iglesia de Sta. María de Sábada, del año 1757; declarada Monumento Histórico Artístico.

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Empinadas calles guían a la iglesia.

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La «taberna del pueblo».

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La «casa del Doctor Mateo».

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Iglesia de Sta. María de Sábada.

Se acercaba la hora de comer, y bajamos al restaurante del Palacio Vallados para dar rienda suelta a nuestros estómagos, pasando primero junto a la blanca casa de los fontaneros de la serie. Una amplia terraza cerrada permite comer con tranquilidad. Con la tripa llena se agradecía que el camino continuaba calle abajo, para visitar la Casa El Cuartel o de Los Robledo, del siglo XVIII. Su sobrenombre de “El Cuartelón” viene de haber servido de cuartel durante la francesada. El último punto de interés de nuestra visita sería la Torre del Reloj, y con esto dimos por finalizada la visita a este bello pueblo, aunque no a la ruta del Doctor Mateo…

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La «casa de los fontaneros».

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Casa de Los Robledo.

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Torre del Reloj.

Y digo esto porque a continuación visitamos el conocido faro de Lastres, que también salía en la serie, y que se encuentra en el Cabo Lastres, a donde se llega atravesando Luces en dirección NW, siguiendo unas estrechas pistas. Un lugar donde se respira calma, ideal para observar el mar.

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Llegamos al faro de Lastres.

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Panorámica del faro de Lastres.

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Primer plano del faro.

Una vez más emprendimos el viaje sobre las cuatro ruedas, con la intención de llegar al Parque de la Naturaleza de Cabárceno; pero de camino hicimos una parada cerca de Villahormes y Naves, puesto que había un par de bonitos rincones que quería enseñar a la familia. Así nos acercamos hasta la costa por estrechas pistas para avistar primero el Castro de Las Gaviotas o Islote Desfuracado; una enorme roca que se sostiene sobre dos “pies” ante los constantes golpes de las olas del mar Cantábrico. En el mismo lugar que observamos esta maravilla caliza, se encuentra un antiguo sacadero de algas en el que todavía se pueden ver los restos de las grúas que se utilizaban para alzar la materia prima. Muy cerca se encuentra también la Playa de La Huelga, por si alguien quiere aprovechar para darse un baño. Aprovechamos la ocasión también para acercarnos a la diminuta playa de Gulpiyuri, unos centenares más de metros al este, y también se puede acceder por pista. Algunos dicen que esta playa es la más pequeña del mundo, y tiene la particularidad de ser una playa de interior, a la que llega el agua por los orificios que ha abierto el oleaje en la roca caliza. Un pequeño oasis en medio de un descampado, algo digno de ver. Ojo a la hora de aparcar, hay un descampado que lo suelen habilitar como aparcamiento, pero fuera de él la Guardia Civil suele pasar a multar a los coches mal aparcados.

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Las escaleras de bajada al sacadero de algas.

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Castro de Las Gaviotas.

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El sacadero, a la izquierda se encontraban las grúas.

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Llegamos a Gulpiyuri.

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Playa de Gulpiyuri, una pena coincidir en bajamar.

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Playa de La Huelga.

Una vez en la carretera, nos desplazamos hasta el área para auto-caravanas que hay en la entrada del Parque de la Naturaleza de Cabárceno; donde hicimos noche. El aparcamiento se encuentra junto a la zona de los elefantes, con el Lago del Acebo adyacente. Muy cerca hay restaurantes, y es gratuito; con servicio de agua limpia, grises y negras. La única pega es que puede haber mosquitos.

A la mañana desayunar y visita al parque, lo cierto es que la entrada es algo cara (30€ por adulto en temporada alta), pero merece la pena. La extensión es tal, que es necesario desplazarse en coche continuamente. Entre las diferentes especies de animales, para mí las más destacables fueron los elefantes, los osos, las jirafas, los rinocerontes, el gorila de llanura, los leones, guepardos y tigres de Bengala entre otros. Tuvimos la suerte de disfrutar además de una actuación de aves rapaces. Para comer hay varios restaurantes en el interior. Y del parque poco más os voy a contar, ya que lo mejor es verlo. Os dejo el enlace del parque: http://parquedecabarceno.com/info/informacion-del-parque

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El paisaje de Cabárceno es cuanto menos, curioso.

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Elefantes.

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Lago del Acebo.

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Hipopótamo.

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¿Será este el Rey Julien de los dibujos?.

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Avestruz.

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Ñu azul.

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Cebras.

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Dromedario.

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Rinocerontes blancos.

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No estoy seguro, pero creo que este era el jaguar.

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También podremos encontrar reptiles varios.

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Gorila de llanura.

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Oso pardo.

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Bisonte europeo.

Y con esto terminaron nuestras pequeñas vacaciones, poco más de una hora de viaje, y ya estaríamos en casa.

23 de junio de 2015, había ganas de hacer una salida furgonetera en familia; pero teníamos que tener en cuenta al pequeño de la casa a la hora de elegir destino, ya que antes se mareaba bastante y además tenía que ser un lugar en el que él también pudiera disfrutar. Así que tenía que ser algo cerca de casa y que guste a los niños… ¿qué tal animales? Pues una vez realizada la ecuación el resultado parecía evidente: Santander para el primer día, con su Parque Marino de La Magdalena y la ermita de La Virgen del Mar con su playa, para el segundo. ¡Vamos allá!

Desde donde vivimos hasta la capital de Cantabria el viaje lleva poco más de una hora, aunque con un peque en la familia… los tiempos de viaje se duplican en ocasiones. Si mal no recuerdo, aparcamos en el parking de la Playa Camello, justo a la entrada de la península de La Magdalena; aunque por los alrededores del Sardinero también vimos muchas plazas libres para aparcar. Una vez dentro del famoso recinto, iniciamos el recorrido con la visita del parque marino, donde disfrutamos de la compañía de unos vergonzosos pingüinos, focas y leones marinos. A continuación y en el sentido de las agujas del reloj, caminamos por el Muelle de las Carabelas, donde tal y como su nombre lo indica encontramos 3 carabelas y una balsa de origen ecuatoriano. A pocos metros con semejanza a un platillo espacial, se encuentra también una burbuja de salvamento. Merece la pena leer los carteles de este “Museo El Hombre y La Mar”, que nos hablan de diferentes travesías oceánicas de investigación.

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Un poco de historia del recinto.

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Santander desde el parque marino.

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Disfrutando de la fauna marina.

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Los pingüinos se hacen de rogar.

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Los pingüinos con más detalle.

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Estos se dejan ver con más facilidad.

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Llegamos al Muelle de las Carabelas.

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La balsa.

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Otra perspectiva de las carabelas.

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Interesante leer la historia de los viajes de investigación.

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Burbuja de salvamento.

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La balsa desde otra perspectiva.

Pero prosigamos con nuestro paseo. Con vistas a la isla de Mouro, el camino nos lleva hasta el Palacio de La Magdalena. Esta obra de estilo ecléctico, fue un regalo de la ciudad al Rey Alfonso XIII, construida entre los años 1909 y 1911. Tras las fotos de rigor continuamos rodeando la península para bajar hasta la playa de “Bikinis”, curioso nombre, aunque parece que le va bien…

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Isla de Mouro.

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Palacio de La Magdalena.

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Playa Bikinis.

A continuación nos encontramos con una amplia zona de juego y esparcimiento, donde decidimos parar a comer algo y ya de paso, que el peque pudiera disfrutar con los juegos.

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Zona de juego.

Tras tomar un café, tomamos la pasarela de madera que atraviesa la Playa de Los Peligros, para seguir la línea de la costa, que resultó ser la guía perfecta hacia la Avenida de Severiano Ballesteros. Al final de esta calle encontramos edificios tan imponentes como el Palacio de Festivales de Cantabria y el planetario, junto a la Escuela Técnica Superior de Naútica. Aquí se inicia lo que podríamos considerar como el “paseo marítimo”, impregnado de cultura, con esculturas como el Monumento a José Hierro que juega con las dimensiones, o los Raqueros, curiosos personajes del siglo XIX que tiraban sus cabezas al agua en busca de pequeña fortuna. La Grúa de Piedra era el siguiente punto de parada imprescindible, testigo del pasado. Y desde este punto atravesamos los Jardines de Pereda en busca de la Catedral de Santander. Dedicada a Ntra. Sñra. de la Asunción, es principalmente de estilo gótico y fue construida entre los siglos XII y XIV. De allí, a través de las calles Calvo Sotelo e Isabel II nos acercamos al mercado, punto de encuentro de cualquier ciudad y con los mejores productos de la tierra al alcance de la mano; una visita obligada.

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Pasarela sobre la Playa de Los Peligros.

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Palacio de los festivales.

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Trabajos de altura.

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Planetario.

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Practicando vela cerca del paseo.

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Monumento a José Hierro.

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Los Raqueros.

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La Grúa de Piedra.

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Jardines de Pereda.

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Catedral.

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Productos de la tierra en el mercado.

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Mercado.

Hasta aquí las piernas ya tenían una buena caminata encima, así que después cogeríamos el transporte público para regresar al parking donde habíamos dejado la furgoneta; y desde allí, rumbo a la ermita de La Virgen del Mar, al noroeste de Santander.

Saliendo de la ciudad por la S-20, la abandonamos para unirnos a la CA-231 y después siempre hacia el norte, en la tercera rotonda se toma la salida de la Avenida Virgen del Mar y continuamos hasta el final, donde se encuentra el gran aparcamiento que precede a la playa y la ermita. En el aparcamiento hay un chiringuito y una taberna acogedora, donde además hay raciones para poder comer o cenar. Son pocas las plazas que hay con el suelo nivelado para poder dormir cómodos, aunque cerca hay un camping si no nos la queremos jugar.

Así pues, lo que quedaba de día lo pasamos visitando la ermita que se encuentra en la isla; un puente hace de único lazo de unión con la costa cuando sube la marea. El santuario muestra en su decoración una clara dedicación a la protección de la gente que vive del mar; con remos, redes y salvavidas en sus paredes. A continuación ascendimos a los cortados que hay tras la misma, abruptos, con unas panorámicas imponentes sobre la mar. Un lugar para la meditación. Según iba cayendo la tarde, los colores del cielo se tornaron rojizos; volvimos entonces a la furgoneta y después de sacar unas buenas fotos nos situamos en el punto más bajo del aparcamiento en busca de la llanura y protección del viento. Y qué os voy a decir de la noche… siempre que se duerme en un aparcamiento nos la jugamos a que aparezca algún gracioso haciendo trompos o cualquier otra tontería… o como fue nuestro caso, una pareja que estuvo discutiendo acaloradamente gran parte de la noche. Pero bueno, al final todo termina quedando en anécdota. También es cierto que antes de este aparcamiento hay otro que posiblemente sea bastante más tranquilo.

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Un puente hace de lazo de unión.

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La taberna y la playa en bajamar.

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La otra mitad de la playa.

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Ermita de La Virgen del Mar.

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La decoración delata la protección asignada a la Virgen.

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Panorámica de la ermita.

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Camino a los cortados.

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Abrupta costa.

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La tarde cae.

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El sol se esconde.

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El día siguiente lo aprovechamos disfrutando de la playa, ¿a qué niño no le gusta hacer castillos de arena y buscar cangrejos? Y también nos dimos un paseo por un parque con zona de juego que hay antes de llegar al aparcamiento de la playa. Por la tarde ya tocó el regreso a casa. Resumiendo, un buen plan para hacer en familia.

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Mapa del parque junto al aparcamiento.

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Panorámica en pleamar.

Mayo de 2015, comenzamos a estrenarnos en el mundo de los “furgoviajes”; y como toda aventura que se experimenta por primera vez, vamos cargados de nervios hasta “las cartolas”. Además, ya no somos solo 2 en la familia, así que hay que amoldarse a viajar con un “benjamín” que no te permite seguir un plan estricto. Al ser un mundo completamente nuevo para nosotros, decidimos escoger un destino cercano: Cantabria.

Nuestra primera parada en este caso fue el pueblo de Fontibre, famoso por llevar los méritos de encontrarse en él el nacimiento del río Ebro. Aunque esto no es del todo cierto, ya que el Ebro es un afluente del río Hijar, el cual nace en el Pico Tres Mares y tras esconderse bajo la tierra, surge de nuevo en Fontibre. Desde aquí, el Ebro recorrerá 930km hasta desembocar en el mar Mediterráneo, finalizando su trayecto en el famoso Delta del Ebro, después de pisar 7 comunidades autónomas: Cantabria, Castilla y León, La Rioja, País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña.

Para llegar a Fontibre por la A-67 cogemos la salida de Reinosa y seguimos la CA-183 hasta llegar al pueblo; allí aparcamos en la Plaza del Ebro. Calle abajo pasamos junto a una gran maqueta que representa la geografía de la zona, y después pasando junto a la Posada Fontibre, llegamos al paseo que lleva al nacimiento. En el camino encontramos unas mesas y fuente que aprovecharemos para comer, y un poco más adelante el nacimiento con la Virgen del Pilar y la pequeña ermita. Hay varios carteles informativos, y en uno de ellos se nos indica que son 4 las surgencias que alimentan el nacimiento: La Fuentona, el Pozo de Los Muertos, Pozo del Medio y Las Fuentanucas. Rodeamos el nacimiento pasando a la otra vertiente del río y caminamos frente a una gran escultura para llegar al puente que nos lleva de nuevo hacia el pueblo. Ha sido un corto paseo que inspira tranquilidad.

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Aparcamos en la Plaza del Ebro.

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Maqueta del Ebro en Fontibre.

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Camino al nacimiento.

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Virgen del Pilar.

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La pequeña ermita.

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Nacimiento del Ebro.

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Pasamos junto a un monumento.

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Cruzamos el puente para regresar a la furgoneta.

Lo siguiente que hacemos es ir a ver Reinosa, conocido pueblo cántabro situado al oeste del embalse del Ebro; que lo cierto es que me dio la sensación de no estar nada aprovechado de cara al turismo con las posibilidades que tiene. Aparcamos junto al cementerio, un café en un bar que parecía seguir sumergido en los años 70 por su antiguo mobiliario; y después de paseo hacia la iglesia y el centro del pueblo, que es donde se encuentran los edificios más antiguos. Os dejo unas fotos para que os hagáis a la idea del estilo arquitectural. De regreso a la furgo compramos unos dulces típicos en “Casa Vejo”; si algo tienen bueno estos cántabros, son sus sobaos, quesadas y dulces varios sin duda alguna.

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Palacio en Reinosa.

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Paseando por las calles de Reinosa.

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Aires antiguos en Reinosa.

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Pesca en Reinosa.

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Centro de Reinosa.

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Coche de reparto de Casa Vejo.

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Edificio del Banco Santander en Reinosa.

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Edificio del teatro principal de Reinosa.

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Iglesia de San Sebastián.

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Ayuntamiento de Reinosa.

Abandonamos Reinosa en busca de la carretera CA-730, la cual rodea el pantano del Ebro por el sur. Hacemos una parada en Las Rozas de Valdearroyo, para ver la torre de la iglesia de Villanueva de Las Rozas, más conocida como la “Catedral de los Peces”. Esta iglesia fue sumergida en 1946 con la construcción del embalse; merece la pena detenerse a sacar unas fotos.

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«Catedral de los Peces».

De allí continuamos hasta Arija, quería conocer el lugar de donde se coge la arena para el horno de vidrio flotado que tiene Guardian en Llodio. Accedimos hasta el extremo norte de la pequeña península (playa de Arija), unos metros más adelante que el camping, donde se puede estar tranquilos a escasos metros del agua. Aunque en este día soplaba el aire y había hasta oleaje… Abandonando el lugar pasamos por las instalaciones de la explotación arenera y continuamos rodeando todo el embalse hasta la N-623.

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Junto a la playa de Arija.

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Estación de Arija.

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Fábrica de Arija.

Nuestra idea era ir a dormir a Las Dunas de Liencres, así que conducimos hacia el norte, atravesando el increíble puerto del Escudo. Decir que en lo alto del puerto hay una pirámide, que realmente es un mausoleo construido por orden de Franco, donde se enterraron a varios cientos de soldados italianos que perecieron en la guerra civil. El enano de la familia comenzaba a estar cansado, y tuvimos que parar en Puente Viesgo a descansar. Allí merece la pena acercarse a la Vía Verde del Pas, a ver la antigua estación, la locomotora Reyerta (data del año 1913) y el edificio del ayuntamiento. Y si se quiere se puede disfrutar de un buen baño en el balneario también.

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Iglesia de San Miguel.

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Ayuntamiento de Puente Viesgo.

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Antigua estación de Puente Viesgo.

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Locomotora Reyerta.

Siguiente parada, parque natural de Las Dunas de Liencres. Teníamos entendido que es un lugar ideal para furgoneteros, pero nuestra experiencia no fue muy buena… primero bajamos hasta el parking a pie de playa, y vimos un cartel que por la ley de costas prohibía pernoctar allí; por lo que quisimos curarnos en salud y subimos al aparcamiento del pinar. Allí cenamos y nos vino otro furgonetero a contar que ahí no estábamos bien, que era mejor en la playa (por problemas con los vecinos del lugar); y para colmo luego un coche estuvo rondando varias veces por el lugar y el guarda aparcó justo detrás nuestro. Todo parecían señales que nos invitaban a marchar… Así que como no íbamos a dormir tranquilos, nos metimos otra kilometrada en busca de un buen sitio para dormir y acabamos en Islares, en un buen aparcadero herboso que hay entre el camping y el hotel spa Aisia. Allí nadie nos molestó.

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Parking superior de las Dunas de Liencres.

El amanecer fue tranquilo, con unas preciosas vistas sobre el Candina. Repetiría noche en este lugar. Además al tener el hotel cerca, pudimos ir a tomar un café. La siguiente parada del día sería Castro. Aparcamos junto a la plaza de toros y nos fuimos a recorrer el paseo marítimo. El plato fuerte sin duda alguna es la visita al castillo/faro ( s.XIII/XIX), ruinas de la iglesia de San Pedro (s. XII) e iglesia de Santa María (s.XIII). La iglesia de Santa María de la Asunción es el monumento gótico más importante de Cantabria y fue declarada bien de interés cultural en 1931. De allí bajamos al casco antiguo, visitando el yacimiento arqueológico de Flaviobriga y aprovechando a comer en un restaurante de la zona.

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Amanece en Islares.

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Vistas al Candina.

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Islares.

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Playa de Castro.

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Esculturas de niños bañándose en Castro.

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Iglesia de Santa María de la Asunción.

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Faro.

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Parte trasera de la iglesia de Santa María.

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Ruinas de la iglesia de San Pedro.

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El puerto de Castro.

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Vamos a la parte antigua.

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Yacimiento arqueológico.

Y esto fue todo, vuelta a la furgo y a casa; ya nos habíamos estrenado en el mundo camper, y de qué manera… Pero esto es como el chocolate, contra más comes, más quieres…