Tras la gran jornada de montaña vivida en Somiedo, buscamos un lugar para dormir con la furgoneta por la comarca de Babia. Así terminamos aparcando junto a una iglesia y disfrutando de una cena de ensalada de restaurante de estrella Michelín, con todos los condimentos habidos y por haber. Había que nutrirse bien, ya que la mañana siguiente nos esperaba una caminata que en un principio tenía las dos Ubiñas y alguna cima más por objetivo; aunque al final el tiempo nos obligaría a rebajar nuestras pretensiones y dejarlo en una ida y vuelta de 11km y 1150m de ascenso acumulado a Peña Ubiña desde Torrebarrio.

Mapa.

Perfil.
Arrancamos en la húmeda mañana cruzando sobre el arroyo que atraviesa Torrebarrio (1243m) de norte a sur, como si fuésemos al barrio de La Vega. A nuestra izquierda aparece entonces una pista de tierra que avanza junto a los muretes de diferentes prados; continuamos por ella (NE) y pronto comenzamos a ganar altura dejando a nuestra derecha el roquedo de la Peña del Águila. Si nos giramos aquí y echamos un vistazo a Torrebarrio, nos recordará a cualquier pueblo pirenaico con sus tejados de pizarra; nada que envidiar a la gran cordillera.

Tomamos la pista al cruzar el río.

Los tejados de pizarra nos traen recuerdos de otros territorios.

Parece que el macizo de las Ubiñas se va a liberar de la niebla, pero nuestra esperanza se verá truncada…
Una vez llegados al collado Gamonal (1430m), habremos abandonado la pista con las inmensas paredes de Peña Ubiña sobre nosotros, para seguir los diferentes hitos y pinturas de PR que nos llevarán en dirección al collado que separa las dos Ubiñas. Tras superar el sendero que se desenvuelve (E-SE) entre derrubios y rocas, se llega al collado de El Ronzón (1937m); un verde prado entre la Ubiña Pequeña y Peña Ubiña, con el solitario promontorio rocoso de La Carba como lazo de unión entre las dos.

Peña Ubiña se presenta imponente.

Abandonamos la pista siguiendo los hitos.

Entre rocas hacia el collado.

La Ubiña Pequeña se quiere dejar descubrir entre la niebla

La comarca de Babia queda muy abajo cuando estamos llegando al collado.

La Carba y Ubiña Pequeña desde el collado de El Ronzón.

Mirada atrás desde el collado.
La nube nos engulle en este punto, y nos resulta complicado adivinar por dónde continúa el ascenso a Peña Ubiña. Desde el collado enfilamos la ladera con orientación N-NW y no tardamos en encontrar los rastros del sendero que nos llevará hasta la cima. El comienzo es sencillo por un sendero con bastante pendiente pero en terreno herboso, aunque no tardará en aparecer la roca caliza que nos acompañará el resto del ascenso. La humedad de la nube en la que estamos metida convierte el terreno en bastante resbaladizo en sus tramos arcillosos, y unas sencillas trepadas que no pasan de primer grado se nos pueden atragantar un poco debido a esta misma razón. Una pena que no vemos nada, porque por lo demás la subida es entretenida y de disfrutar.

Entramos en terreno calizo poco después de abandonar el collado.

Sencillas trepadas se interponen en nuestro camino.
Las marcas blancas y amarillas nos guían hasta la cima meridional (2374m), desde donde seguimos la arista (NE) unos 300 metros, para terminar coronando nuestro objetivo del día: Peña Ubiña (2411m). El vértice, buzón y varias placas conmemorativas jalonan la cima; donde a pesar de no ver nada, disfrutamos de la simple estancia en el lugar, sentados, usando la roca a modo de sofá, como si fuera nuestro hogar…

Arista final.

Placa en la cima.

Encontramos un buen «sofá» en la cima.
Pero unas gotas de lluvia nos hacen despertar de nuestro momento de relajación, y decidimos bajar por si la cosa va a más. Utilizaremos para ello el mismo camino, y según vamos llegando al collado de El Ronzón, sin mediar casi palabra damos por decidido que volveremos a Torrebarrio sin hacer ninguna cima más; Mikel me conoce bien, sabe que voy cansado y nos queda el viaje de vuelta, y además tampoco nos motiva subir a ninguna cumbre más para no ver nada. Así que desandando los primeros pasos de la jornada, nos plantamos de vuelta en el pequeño pueblo de la comarca de Babia; pero la sensación no es para nada de derrota, es de la victoria que invita a repetir en la zona.